Es verdad que el hombre piensa y luego habla. Bueno, la mayor parte de las veces. Pero también es verdad que articula su pensamiento en palabras. Así que es fácil que acabe pensando como habla.

Por eso me parece un tanto peligroso la petición-exigencia de la muy feminista vicepresidenta del gobierno Sánchez, es decir, Carmen Calvo, a la Real Academia Española de la Lengua para que modifique el diccionario en versión feminista.

Y esto es bello e instructivo porque supone unir necedad e injusticia en una misma petición. No todo el mundo es capaz de algo así.

Carmen Calvo es una feminista dedicada al lavado de cerebros. Y si su cerebro no lo consigue, doña Carmen es lo suficientemente humilde como para solicitar ayuda. De la Real Academia, sin ir más lejos… aunque sea una institución machista, como todo el mundo sabe.