Pérdidas millonarias las provocadas por las inundaciones del río Ebro a su paso por Navarra y Zaragoza. Para que esto no vuelva suceder -volverá a suceder, no lo duden- se necesita canalizar el cauce y un montón de obra más pero también ayudaría más un poco de generosidad.

Ya no hacen falta trasvases de cemento, hacia la España seca del sureste sin trasvase de tubos. Tubos que empezarían a operar a partir de una altura del cauce, suficiente para las necesidades de Aragón y Cataluña. Este sistema tiene la ventaja de que desaguaría sólo cuando fuera necesario. 

En definitiva, las riadas del Ebro también se arreglan con generosidad con otras provincias. Desde luego, no con aquello de "no las hemos de beber".

Hispanidad

redaccion@hispanidad.com