La participación, tanto en Francia, como en España, en las manifestación del 1 de mayo, día de San José Obrero y día del trabajo, es de cuatro gatos. Bueno, cada año menos. Lógico: cada día hay menos proletarios y más propietarios… y las centrales sindicales sigue viviendo del erario público.

Sin embargo, en París los chalecos amarillos y otros indignados varios han profesionalizado la indignación y politizado la violencia. Los más agresivos ya no saben ni por qué golpean: lo que quieren es golpear.

Y esta profesionalización de los disturbios callejeros y politización de la violencia -o me dan lo que pido o rompo un escaparate- se está generalizando en toda Europa.

Un fenómeno preocupante.