Mariano Rajoy (en la imagen) se va a Barcelona y protagoniza una puesta en escena donde habla de los muchísimos millones en inversiones que va a colocar en la región. 48 horas después, su ministro de Hacienda da a entender que la inversión prometida es para un cuatrienio y que lo que se promete para cuatro años bien puede hacerse el cuarto año. Mire usted don Mariano: es posible que no deba privilegiar a Cataluña para ganarse a los catalanes. O es posible que sí. Pero sí lo promete no lo incumpla porque entonces se le van a cabrear hasta los ex legionarios catalanes. El cabreo que ahora reina en Cataluña ha hecho buena la tontuna -¿o no tan tontuna-, de Puigdemont, cuando responde que las promesas de Madrid se las lleva el viento. Hispanidad redaccion@hispanidad.com