No asombra que Barcelona se haya convertido en una ciudad sin ley. Lo que asombra es que la primera persona responsable de esta desidia, la alcaldesa Ada Colau, la que sembró los vientos que ahora han traído estas tempestades, tenga la caradura de no darse por enterada y/o, echarle la culpa a los demás. 

Y más sorprendente es que los barceloneses le hayan votado en una segunda reelección. 

¿Nos hemos vuelto todos idiotas?