Dos hombres armados, a los que al parecer, no les dio tiempo a gritar Alá es grande, se liaron a tiros en la redacción de la publicación satírica que en su momento publicó unas viñetas sobre Mahoma. Resultado provisional: 12 personas asesinadas. Al parecer, acaba de ocurrir, los dos asesinos han huido. Esta vez han decidido no suicidarse.

En 2011, Hebdo publicó unas viñetas sosísimas reproduciendo la imagen de Mahoma, prohibida por el Islam. Sarcasmos sobre el profeta sí, pero mucho menos ofensivas que las blasfemias contra Cristo y la Iglesia, que cada día vemos, no sólo en prensa satírica, sino, por ejemplo, en el Museo de arte Reina Sofía. E insisto, mucho más graves.

Lo más curioso es la decadencia occidental. Una decadencia de tal calibre que lo primero que se les ocurre, así, en caliente, a los comentaristas españoles es hablar del temor a un resurgir de la islamofobia, como está sucediendo en Alemania. Oiga, ¿y a usted le extraña que crezca la islamofobia?

Si no fuera por el aborregamiento europeo todo llevaría a pensar que, cuando menos, la primera reacción sería exigir a la comunidad islámica francesa que condenara sin paliativos este acto criminal. Y el que no, que incurra en delito. Lo segundo: exigir reciprocidad a todo el mundo musulmán. Los musulmanes tiene plena libertad religiosa en Europa mientras coartan, ningunean y masacran a los cristianos allí donde son mayoría. Y los hindúes, cada vez más.

En el entretanto, en España pretendemos entregar la catedral-mezquita de Córdoba al Islam y en Granada lloran al pobre Boabdil, víctima de los pérfidos Reyes Católicos. Idiotas, somos idiotas.

La globalización sólo puede hacerse si existe libertad religiosa en el mundo. Para los cristianos, que es la única religión de paz existente. Y si no, habrá que volver a cerrar fronteras. Lo cual es muy triste pero puede resultar necesario, al menos de forma temporal. La palabra es reciprocidad. Empezando con nuestro muy comercial socio Arabia Saudí.

Ahora bien, el asunto de Charlie Hebdo no acaba aquí. Su última portada era una blasfemia contra la Maternidad de María, de exquisito mal gusto, publicada en Navidad. Para fastidiar un poquito. Infinitamente más grave, miserable y canalla que las viñetas sobre Mahoma. Sí, es la hora de la reciprocidad... y de prohibir la blasfemia y el sacrilegio, las dos plagas contra la libertad religiosa.

Hispanidad

redaccion@hispanidad.com