Monseñor Jesús Carlos Cabrero, Arzobispo de San Luis Potosí, México, emitió el pasado 3 de mayo un decreto de excomunión. El castigo fue impuesto a un grupo de delincuentes que entró en el templo de San Martín de Porres para hurtar y cometieron un grave sacrilegio contra la Eucaristía. Para llevarse los vasos sagrados tiraron al suelo las Hostias consagradas, lo cual causó indignación en los creyentes, señala la agencia de noticias Gaudium Press

Monseñor Cabrera explicó que la afrenta a la Eucaristía es uno de los delitos considerados como graves por parte de la Iglesia y la sanción busca que el hecho no se repita.

Otra cosa será que la excomunión les resulte indiferente a los ladrones, pero eso es otro asunto.

El hecho es que con esta acción, monseñor Cabrero recupera el sentido de la excomunión, que históricamente ha tenido siempre gran repercusión, ya que suponía que el excomulgado dejaba de pertenecer a la Iglesia. El problema es que en una Iglesia en crisis como la actual, esta 'sanción' ha quedado olvidada. 

Por otra parte, en la decisión de monseñor Cabrero hay otro aspecto de gran valor. Y es que los profanadores quedan excomulgados por la acción directa del prelado.