El itinerario del desdibujado Artur Mas en la deriva soberanista, posiblemente, sólo la entienda él. Hay tintes, por momentos, surrealistas. El president se ha instalado en la dinámica del todo vale: para burlar la legalidad o para convertir en plaza mitinera el Parlamento autonómico. Y a todo eso se añade el desgaste que va a sufrir a partir de ahora y hasta las elecciones por las dichosas comisiones del 3%. No tiene otra lectura posible que Artur Mas (en la imagen) anuncie una comparecencia a petición propia en el Parlamento catalán, el próximo miércoles, para explicar la convocatoria electoral del 27-S, cuando esa Cámara ya está disuelta precisamente por el 27-S. Tendrá que hacerlo en la Diputación Permanente. Está claro que busca sólo nuevos titulares, protagonismo, calentar a la opinión pública, sacar tajada política. Y, de paso, volver a explicar lo que se ha convertido en su principal hándicap: las razones de una lista electoral conjunta con ideologías contrapuestas. La oposición a los independentistas está que trina. Normal. Y a todo lo anterior se une otro frente que Mas, heredero de Pujol, tendrá que lidiar a un mes de las elecciones:  el zarpazo a su propio partido, también acorradado por las comisiones ilegales del 3%. Los catalanes se merecen algo mejor. Hispanidad redaccion@hispanidad.com