Peregrinación mariana de los gauchos, unos tipos que no se conciben sin caballo, al santuario de Nuestra Señora de Luján. Veo en la agencia AICA que el obispo de la zona pide a los peregrinos que no acudan a caballo para no dañar a los animalitos. O sea, que el ambiente blandito que nos rodea ha contaminado hasta algún que otro obispo. Un gaucho sin caballo es como el vino sin alcohol o como un argentino modesto. Y si el caballo sufre que sufra también el jinete que ofrézcase a la madre de Dios como sacrificio. Los obispos son pastores, no blandengues. Hispanidad redaccion@hispanidad.com