Ada Colau, profunda y centrífuga. En una entrevista en Vanitatis nos muestra su faceta más personal: la de madre.

A Colau la asaltan los mismos fantasmas que a muchas madres -porque ella es muy feminista y muy progre, pero con sus hijos, se siente una más- y se pregunta si será buena madre. En el día de la madre la alcaldesa de Barcelona publicó una reflexión sobre cómo están viviendo el confinamiento y sobre la conciliación familiar: "Por fin, a las 12h de la noche, como en los cuentos, se quedó dormido. Le miro y me pregunto ¿seré buena madre?".

Colau encuentra la respuesta en el mismo mensaje: "De momento durante el confinamiento no he sido capaz de enseñarle letras ni números, ni siquiera seguir un horario. Eso sí, ha sido tan creativo como para pintar con rotulador todas las paredes blancas del piso; y ha tenido ingenio suficiente para escalar varias veces los muebles de la cocina y robar el azúcar. Salta en el sofá cada día, aunque le recordamos que no está permitido, y me exige jugar a cocinitas a cualquier hora: algunas veces, si no acepto, es capaz de llorar y chillar durante 20 y 30 minutos, como si le estuvieran torturando".

Y por último, llega a una conclusión incuestionable: "No sé si soy buena madre. Pero sé que le quiero con locura y que soy mejor persona desde que él y su hermano existen. Feliz día de las madres imperfectas".

Y si las cosas se tuercen, en casa de la alcaldesa se celebra una asamblea general:  Hemos hecho asamblea general. Nos ha sentado bien y hemos planificado el día de mañana para que vaya mejor". Al lado de este mensaje veíamos un folio, en el que leíamos en catalán: "ejercicio de relax", "cómo nos sentimos", "cómo ha ido el día", "programemos el día de mañana", "nuevo horario".

Conclusión tras la entrevista a Colau: a un progre se le puede perdonar todo, menos que sea cursi. Ada, eres centrífuga y cursi.