Los cananeos mantenían la higiénica costumbre de sacrificar a un niño al iniciar un proyecto. Por ejemplo, la construcción de un monumento. Luego con la última piedra, sacrificaban a otro. Lo cual tiene su lógica, porque si sacrificaran  sus dioses a un adulto, podría encontrarse con que el tal adulto se rebelara. Me da la impresión de que estamos volviendo a Canaam. Abundan las crueldades con la infancia y la mayor de todas ellas es la crueldad del aborto, nuevo derecho humano. O sea que, además de molestarnos el débil y el dependiente, somos bastante mezquinos. Mauricio Macricomo tantos derechistas tibios, ha mentido. Decía defender la vida y va a ser quien introduzca el aborto en Argentina. Es un cananeo. Hispanidad redaccion@hispanidad.com