Lo peor de todo el desastre del PP -cada día más parecido a la UCD- tras el 24-M es esto: si al menos la gente le hubiera vuelto las espaldas a Rajoy (en la imagen) por haber traicionado sus principios. Qué se yo, que le hubiera dado la espalda por no haber realizado la reforma del aborto (tan mala como la del PSOE pero al menos era un símbolo), o por no haber ayudado a las familias numerosas, por defender la libertad religiosa... Pero nada de eso. Sin formaciones con eso que llamamos valores habrían recogido el voto pepero. Pero no ha sido así. Lo ha recogido un partido laicista e inmaduro, de ideas y de corazón, como es Ciudadanos. E incluso lo ha recogido, en parte, los peligrosos comunistas de Podemos porque no les gustan los recortes del PP… y a la gente tampoco. Además, el PSOE se ha vuelto frentepopulista como en el mismísimo preámbulo de la guerra civil, capaz de aliarse con cualquiera con tal de alcanzar el poder. Y luego está el voto del cabreo, que no en vota de valores ni en antivalores: sencillamente está cabreado y quiere hacer daño. Y creo que lo consigue. Y lo más importante: ¿ha reaccionado el propio Mariano Rajoy en el sentido lógico de vamos a preocuparnos más por los principios cristianos que antaño conformaron nuestro partido? ¿Verdad que ya saben ustedes la respuesta a la anterior pregunta? Lo malo no es que el PP haya perdido las elecciones sino la razón por la que las ha perdido. Y la pregunta clave sigue siendo la misma: ¿en qué cree Mariano Rajoy? Hispanidad redaccion@hispanidad.com