Decíamos el lunes que el periodismo, lejos de estar tocando fondo atraviesa una de sus mejores momentos. Y contábamos el martes que Internet es, además, el triunfo de los pequeños, por tanto de la verdad y de la libertad. También de muchas salvajadas, desde luego, pero eso es lo que ocurre con la libertad: es madre de la virtud y de la aberración. Pero hay algo más: los grandes acusan a la prensa 'internetera' de mentir. Mejor dicho, se le acusa de falta de rigor. Lo cual puede ser cierto porque las redacciones digitales son menudas, mientras que las redacciones vegetales están superpobladas. Es decir, que son aspirantes a la quiebra. Eso sí, con más redactores puede medrar el rigor, pero no la verdad, dos elementos cada vez más distanciados. Me explicaré. Cuando yo empezaba en esto del periodismo económico, hace unos cuantos años, alguien vino con un titular que venía a decir lo siguiente: "El banco 'equis' ganó 2.521 millones de euros". Era la crónica más rigurosa que jamás haya visto director alguno. Y era, al mismo tiempo, el titular que llevaría a cualquier director a preguntarse si el tal gran banco, la tal gran empresa, no estaría sobornando a tan riguroso redactor. Porque claro, asegurar que un banco gana 2.521 millones, no 2.520, ni 2.522, sino justamente 2.521, es tanto como no decir nada. Ejemplo: ¿es mucho o es poco? ¿Cómo lo ha ganado? ¿En qué circunstancias? ¿A costa de quién? La respuesta a cualquiera de esas preguntas exige, naturalmente, que el periodista explique el trasfondo. Si entiende del sector incluso puede explicarse bien, es decir, contar la verdad aún a riesgo del error, pero, desde luego, esa verdad exigirá sacrificar el rigor, porque, en tantas ocasiones, en ésta también, el rigor constituye el disfraz de la mentira. Me temo que se trata de la tendencia de muchos portavoces políticos y económicos de hoy, cuyo lema parece ser éste: exige rigor a los periodistas y así podrás ocultar tus vergüenzas. Los periodistas no tenemos que ser objetivos sino sinceros. Debemos preocuparnos del rigor, pero no cuando sabemos que ese rigor está siendo utilizado por el poderoso para ocultar la verdad. Y eso exige coraje. Eulogio López eulogio@hispanidad.com