Espléndido artículo el de Ignacio Sotelo, uno de los pocos socialistas que aún conserva alma de rojo, aunque sólo un poquito… pero menos da una piedra y más daño hace. Asegura en El País, en un artículo que todos deberíamos leer, que "el carácter poco democrático de los partidos es el punto que conecta la España de hace 30 años con la actual: listas cerradas y un sistema electoral proporcional injusto que favorece el bipartidismo y el nacionalismo".

Gran verdad, sin duda, pero convendría añadir que el déficit democrático principal no proviene de las listas cerradas o de un sistema proporcional por circunscripciones o por el hecho de que los españoles no pueden elegir a su presidente de forma directa.

No, el mayor problema viene de la normativa sobre el Gobierno y, en concreto, del hecho de que no hay limitación de mandatos para el presidente del Gobierno. Insito: si el poder absoluto corrompe absolutamente el poder permanente corrompe de forma permanente, para siempre jamás. Hay dos tipos de democracias, aquéllas en las que el mandato gubernamental está restringido a uno o dos mandatos y aquéllas en las que no existe restricción alguna. Este segundo modelo puede llamarse democrático pero siempre está llamando a las fuerzas de la autocracia, al menos autocracia de hecho. España es uno de esos casos.

Eulogio López

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