Hoy viernes, 18 de noviembre, se cumplen 75 años del asesinato de siete Hermanas de la Visitación, en los campos que ahora son edificios de la madrileña calle López de Hoyos, a manos de democráticos milicianos, durante los primeros días de la Guerra Civil española.

Luego quemaron su iglesia-monasterio de la calle Santa Engracia, en una de las instantáneas más conocidas sobre la persecución de los cristianos durante la II República. Las reliquias de las mártires están hoy en el templo reconstruido.

José Luis Gutiérrez publicó una documentada biografía de las siete religiosas ya beatificadas. Lo que más llamó mi atención de su historia de persecución, humillaciones y delaciones, fue este pequeño episodio: ocultas en un piso de la próxima calle de Manuel González Longoria fueron delatadas por una criada. Finalmente, llegaron los milicianos y las introdujeron en un vehículo para llevarlas al matadero. Una multitud alentaba a los valientes defensores del pueblo en su benéfica labor homicida. Las hermanas entraron en el furgón, que sería fúnebre, y una de ellas se santiguó. Fue entonces cuando uno de los jaleadores, seguramente un humanista, gritó: ¡Y encima provocan!

Esto es una gran verdad: van provocando, se atreven a santiguarse cuando la justicia revolucionaria les está ejecutando precisamente por eso: por rezar a un Dios que no existe y perpetrar gestos tan desafiantes, violentos, añadiría, como el de llevarse la mano a frente, pecho y hombros. Y claro, eso no puede consentirse.

Y también me ha llamado la atención otra cosa: en la misma iglesia de las monjas sacrificadas por su fe en Cristo, sus sucesoras no han tenido el menor problema en colocar la hoja informativa que promueve el proceso de canonización de Ismael Molinero Novillo, que así se llamaba el primer soldado republicano protagonista de un proceso de beatificación. Ismael Molinero era un cristiano bien conocido como tal en su pueblo manchego. Miembro de Acción Católica, Ismael se dedicó principalmente al cuidado de los enfermos del hospital y de los ancianos del asilo.

En 1937 fue movilizado por el Ejército de la República y combatió en el Frente de Teruel. En 1938 fue hecho prisionero en la batalla de Alfambra. Le llevaron prisionero a unas parideras de ganado en Santa Eulalia del Campo (Teruel). En uno de los inviernos más fríos de la guerra Ismael murió de tuberculosis, es decir, murió en un improvisado campo de internamiento franquista, dando ejemplo de su fe cristiana hasta el final.

Y así un 18 de noviembre, septuagésimo quinto aniversario del asesinato de siete religiosas por odio a la fe (odio de los milicianos, no de las religiosas) la congregación de salesas no tiene el menor empacho en promocionar el proceso de un soldado republicano, de uno de 'los otros'. Para mayor abundamiento, el impulsor de dicho proceso es Blas Camacho, ex diputado del Partido Popular.

Se marcha Rodríguez Zapatero, el hombre que nos retrotrajo a las dos españas, que no eran la izquierda frente a la derecha ni la monarquía frente a la república: era la guerra entre quienes aman a Cristo y quienes le odian.

Eulogio López

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