Un lector nos envía una documentada carta acerca de la evolución de la producción de alimentos. Se trata de un estudio que vuelve a advertirnos de la crisis alimentaria que se avecina. Y estoy seguro que será así, que la alimentaria será la futura crisis económica. Ahora bien, el problema está en saber cómo evitarla, y, desde luego, nada tiene que ver esta crisis con el tristón clérigo anglicano que nos convocó, a principios del siglo XIX, que ya es convocar, para el desastre inminente si seguíamos procreando, es decir, si manteníamos a la raza humana sobre la faz de la tierra.

Es lo que tienen los progresistas: no soportan a la raza a la que pertenecen. El hombre, vaya usted a saber por qué, les molesta. Los animales, plantas y cosas no, pero el hombre, precisamente el único ser racional muy libre, les molesta. Especialmente los débiles.

Vamos a ver: es posible que nos enfrentemos a una crisis alimentaria -yo así lo creo- pero no por que seamos muchos en el planeta. El hombre, insisto, frente a la tontuna eco-panteísta, es decir, progresista, no desertiza la naturaleza sino todo lo contrario: la fertiliza. Cuantos más hombres, más creadores de alimentos y bienes.

Por lo que podemos llegar a una crisis alimentaria es por dos razones: la especulación financiera sobre los alimentos -es decir, la fijación de precios de materias primas en los mercados- que se ceba con el productor de alimentos, y por las subvenciones agrarias de los países pobres. Alude nuestro comunicante a que se está reduciendo el terreno dedicado al cultivo. Claro, porque los mercados financieros, que no distinguen un huevo de una lechuga, manipulan los precios hasta expulsar a los productores pequeños del Tercer Mundo.

Lo de las subvenciones públicas, sobre todo en Europa y Estados Unidos, aún es peor. Es la termita para los agricultores del resto del planeta, que no pueden competir con Europa y Estados Unidos con una mano atada a la espalda.

No, este planeta puede alimentar a decenas de humanidades. La crisis alimentaría no es una cuestión ecológica, es una cuestión de la tiranía que ejerce el primer mundo sobre el tercero. No es una cuestión telúrica, es el egoísmo de los ricos frente a los pobres. Ni más ni menos.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com