Yo no sé si Esperanza Aguirre (en la imagen) se creció al verse recriminada por unos policías municipales o si los 'guindillas' se pusieron bordes y se dijeron a sí mismos: he aquí nuestra oportunidad de ridiculizar a la ex presidenta de la Comunidad de Madrid al grito de ¿quién se ha creído que es esta tía

La actitud de los municipales saliendo en persecución de Aguirre por el centro de la capital recuerda el viejo chiste de Forges, que dibuja a un 'munipa' poniendo una multa a un automovilista.
Éste último exclama:

-Joé con estos guindillas, parece que sólo están para poner multas.

A lo que al aludido agente de la ley, responde:

-No, si te parece estamos para servir al ciudadano.

Hasta donde conozco, los dos son culpables. Aguirre, una de nuestras políticas más capaces, tiende a la soberbia por la vía del victimismo -"no les caigo bien"-, y los policías municipales madrileños son unos bordes de mucho cuidado, unos indignados con uniforme.

Ahora bien, ¿es para tanto Acabo de escuchar a un periodista de 'El País', en RTVE, que el asunto de la multa de tráfico a doña Esperanza es "muy grave". Y sentencia: "A nadie se le ocurre detener su coche en un carril bus" de la Gran Vía madrileña "para sacar dinero de un cajero". Bueno, a mí se me ocurrió una vez… y hasta tuve la suerte de que no me pillaran. Y sentencia el escribano: "Bromas las justas". En este país nos hemos vueltos todos muy solemnes.

Oiga, no exageremos y no nos volvamos horteras. Hablamos de una multa de tráfico. Lo que ocurre es que la situación en España es tan tensa que armamos una bronca por cualquier motivo.

¿Bromas las justas Pues no, lo único que puede salvar a esta España cainita y guerracivilista es la retranca íbera, porque ya sabe que el buen humor nos permite mantener otro sentido tan importante como el sentido común: el sentido de las proporciones.

Pero la batalla de la Gran Vía tiene su enjundia. No es relevante pero sí es ilustrativa. Lo primero, insisto, porque demuestra que en este país todo el mundo está dispuesto a armar una bronca por una bagatela, y a convertir una cerilla en un incendio.

Chesterton decía que el demonio cayó a los infiernos por la ley de la gravedad. Y así es, la excesiva gravedad es sinónimo de soberbia. Nuestros 'guindillas' querían ser reinas por un día y lo consiguieron, mientras nuestros muy graves moralistas progres siguen utilizando cualquier cosa para machacar a sus adversarios, los progres de derechas, porque la izquierda progre no soporta que el poder lo ocupe la derecha y lo mismo le da echar mano de un roto que de un descosido para montar el pollo.

Aguirre se comportó de forma arrogante, los 'munipas' también. Es lo que suelen hacer políticos y policías en un país que ha perdido el 'dominus tecum'.

¿Qué no hay peligro de guerra civil en España

Lo de Esperanza Aguirre sacando dinero en un cajero con el coche en el carril bus es censurable, pero no puede convertirse en cuestión nacional y mucho menos en lecciones de moral. Me recuerdan las palabras del cardenal Rouco, ahora acusado de ¡promover la guerra civil!: "Lo que no puede ser es que el mayor pecado sea no pagar a Hacienda".

Y tampoco puede ser que la reacción primera sea: como estoy fastidiado por los impuestos y las multas me alegro de que a la chulita de la Esperanza le pongan uno con persecución incluida. Mal de muchos…

Lo que sí aplaudo es la coña popular. Eso es muy sano, siempre que no nos pongamos solemnes.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com