"Quien no está con el Papa no está con Dios y quien quiera estar con Dios tiene que estar con el Papa. Y, por último, no olvidar que si en algún momento se diera alguna confusión respecto al papado -por ejemplo, sobre la legitimidad del elegido- como ha ocurrido en otras épocas, cuando había más de un Papa, siempre tendremos como guía considerar cómo se valora la divinidad de Jesucristo, Hijo de Dios hecho Hombre, el Sacrificio eucarístico y el papel de la Santísima Virgen María, que son los pilares sólidos en los que apoyarse".

Son palabras de la vidente superviviente de Fátima, Sor Lucía (en la imagen) que se pasó 88 años de su vida, desde 1917 a 2005, explicando lo que la Virgen le había contado e interpretando el llamado Tercer Secreto de Fátima. Es la idea madre de la Iglesia: si mi opinión contradice la del Vicario de Cristo es que el equivocado soy yo. Y si no lo entiendo ahora, ya lo entenderé.

Pero los hay -por ejemplo todos los cristianos- que buscan la recontraenjundia. Ejemplo: sí, de acuerdo, el Papa siempre tiene razón pero, ¿y si el Papa es antipapa, representante del Enemigo, contra el que nos han prevenido hasta las Sagradas Escrituras?

Con el caso Paolo Gabriele y las calumnias sobre el cardenal Bertone vuelve a dispararse el ataque del Nuevo Orden Mundial (NOM) contra la credibilidad del Papa y de la Iglesia. Es lógico, el Cuerpo Místico ha renunciado al poder de su cabeza, que podría ser omnímodo, y ha decidido cambiar el mundo por la vía de la influencia. Ahora bien, la influencia depende de la credibilidad del sujeto agente, y así volvemos a Sor Lucía, quien ofrece tres guías seguras y muy actuales para distinguir lo que es de Cristo, incluido el Papa, y lo que no lo es. Vamos con ello:

1. La primera que Cristo es Dios. No un hombre maravilloso, no, es Dios. Si existe algún pensamiento progresista y profundo (sí, es coña, si es progre, no puede ser profundo sino pedantemente superficial) es éste: Jesús de Nazaret en un personaje único en la historia. Grandísima bobada. Si no fuera Dios, Cristo sería el hombre más ensoberbecido del mundo, el hombre que aseguraba ser Hijo de Dios.

Segunda guía segura: la Eucaristía, que no es un símbolo. En el Sagrario está Dios, con su cuerpo, sangre, alma y divinidad. Para volver loco a cualquier progre, pero así es. En cuanto vean un cura que no considera esas cuatro condiciones cuando tiene el Salvador en sus manos -vaya que se nota- no lo duden: algo falla.

El Amor a la madre del Redentor y el género humano, especialmente para los españoles ciudadanos de la Tierra de María. Sor Lucía asegura que un clérigo, una parroquia, una orden, un movimiento… o peor, un Papa, que no ame a María… se presta a la sospecha.

En resumen: si hay algo que los católicos no podemos alegar, es confusión. Y resulta que pasa por ser nuestra excusa favorita.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com