Sr. Director:
La renuncia de Benedicto XVI como Papa, la formación del cónclave y el futuro Papa ha puesto de relieve que, mal que les pese a algunos, la Iglesia católica constituye un elemento innegable de interés.

Y es que más de 5.000 periodistas se han acreditado para el cónclave: representan a 1.004 cabeceras, de 65 naciones y en 24 idiomas. Pocos eventos alcanzan la repercusión universal que tiene la elección del nuevo Papa; quizá solamente los Juegos Olímpicos. Profesionales de toda raza, religión, procedencia y sexo aguardan por la proclamación de un nuevo Pastor. "Si, como dice el refrán, algo tendrá el agua cuando la bendicen", por algo el sucesor de Pedro es esperado por tantos.

Evidencian los datos una realidad: pese al declive de la fe en Europa, el catolicismo importa. Además de por la fe que encierra, porque cada día se transforma más en un fenómeno a contracorriente de lo políticamente correcto. Y eso, en las tesituras comunicativas, siempre llama la atención.

Y un Pontífice que no se pliega a los dictados del mundo y que mantiene su fidelidad a Cristo y a lo que este pide para la Iglesia se convierte en un poderoso foco de atracción.

Lluis Esquena Romaguera