• Lo que quiere decir que también están abiertos a la insensibilidad social e individual.
  • Una vicepresidenta cabreada: Rajoy empieza a prescindir de ella y le señala el Ayuntamiento de Madrid.
  • Pérdida de influencia en Moncloa y en las relaciones con los poderes empresariales y mediáticos.

La vicepresidenta, primera y única, del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría (en la imagen) ha vuelto de vacaciones ligeramente molesta. Ya en primavera Hispanidad adelantó que Soraya podía convertirse en candidata del PP a la alcaldía de Madrid. Algunos no se lo tomaron en serio: pasar de número dos del gobierno a la Alcaldía de la capital no deja de ser una devaluación en toda regla.

Lo cierto es que Rajoy siente alergia a los cambios en el Gobierno. Sólo ha hecho aquellos que considera imprescindibles (Cañete) y siempre a última hora. Ahora bien, 2015 va a ser un año difícil y necesita retener, al menos, la comunidad y el Ayuntamiento de Madrid.

Con Esperanza Aguirre quemada, acusada de un delito de desobediencia civil, Ignacio González que reivindica su aspiración en el cargo, Cristina Cifuentes que exige ser alcaldesa o 'chuletakari' madrileña, lo mismo da, la verdad es que Rajoy piensa que bien puede lanzar a un personaje archiconocido, en tanto que vicepresidenta del gobierno, y de la que se ha ido alejando al comprobar que la vallisoletana es más ambiciosa de lo que parece, y no acostumbra a jugar el papel de subsecretaria primera que Rajoy pretendía.

Eso sí, si Soraya se va a la batalla de Madrid querrá ser alcaldesa pero luchará por meter a uno de los suyos (¿la inefable Cifuentes) en la Comunidad de Madrid. Desde allí prepararía el regreso a Moncloa, pero ella sabe que tardaría décadas en volver a pasar el tren de la Moncloa.

Sí, ha vuelto muy cabreada de vacaciones doña Soraya Sáenz de Santamaría. Su mayor cabreo siempre llega cuando le hablan del aborto. Nueva pregunta sobre el infanticidio, sobre esa eterna reforma Gallardón que no se sabe si se aprobará antes de que termine la legislatura. Cualquiera diría que tal es la intención.

Y la misma respuesta cínica: el Gobierno continúa estudiando informes. ¡Jo con los informes! Jamás se ha conocido una ley de tan larga gestación y que precise tantos informes.

Y la mofa viene luego: "para atender a todas las sensibilidades sociales". Al parecer hay muchas sensibilidades en materia de aborto. Por de pronto, los partidarios de la vida y los partidarios del infanticidio. Entre los segundos se cuenta Santamaría, partidaria de la ley de 1985, la que provoca en España 112.000 ejecuciones anuales de inocentes. Por eso hay que estudiar tantos informes. Se trata de elegir entre vida y muerte. Es importante.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com