Sr. Director:
Fue a mediados del siglo XX cuando se empezó a desvincular la sexualidad humana del ámbito que le es propio (el matrimonio) y a presentarla como objeto de consumo.

No fue necesario ningún otro paso para que las consecuencias comenzaran a hacerse patentes en otros ámbitos: promiscuidad, abortos, la crisis del matrimonio e incluso la promoción de la homosexualidad como algo natural. Y es que son consecuencias "obvias": si la sexualidad humana pierde su contexto y finalidad bien puede banalizarse en algo que el eslogan, muy común estos días y que lleva en portada la revista TIME, "sexo sí, niños no" recoge perfectamente.

Sí, en el fondo está una visión egoísta de la vida: importa satisfacer el placer del momento, identificar la felicidad con la irresponsabilidad donde nadie se responsabiliza de los propios actos y donde lo único realmente importante es el presente. Muy propio de nuestra era, la postmoderna.

Lluis Esquena Romaguera