Entonces llamó a un arcángel que Sant Gabriel se decía, y enviólo a una doncella que se llamaba María, de cuyo consentimiento el misterio se hacía, en la cual la Trinidad, de carne el verbo vestía. Y aunque tres hacen la obra en el uno se hacía, y quedó el verbo encarnado en el vientre de María. Y el que tenía sólo Padre, ya también madre tenía, aunque no como cualquiera que de varón concebía, que de la entrañas de ella Él su carne recibía, por lo cual hijo de Dios y del hombre se decía.   San Juan de la Cruz