Con él como presidente, claro está. Se trataría de una alianza PSOE-PNV-CIU-CC, única forma de ganar el PP. En definitiva, hablamos de  social-nacionalismo, planteado como una alianza de progreso para salir de la crisis. Sería la primera vez que en España no gobernara la lista más votada. El visto bueno del TC a Bildu constituye el primer paso del magno proyecto

Al final, los proetarras de Bildu presentarán sus 254 candidaturas en  Euskadi y Navarra. El Tribunal Constitucional les permite lo que les denegó el Supremo. Ha sido el primer servicio a la causa, a la causa del vicepresidente primero, Alfredo Pérez Rubalcaba, del presidente del TC, el progresista Pascual Sala. Uno tiene la sospecha de que, don Pascual, más que  progresista es socialista, o sea, del PSOE. Pero sólo es una sospecha.



El gran vencedor es Alfredo Pérez Rubalcaba de la sentencia sobre Bildu, de sobrenombre, Rasputín. Siempre económico con la verdad, don Alfredo se presentó ante los medios informativos, en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros del viernes 6, con el mensaje propio del fullero que defiende el juego limpio… cuando ha vencido: "demócratas son los que respetan el Estado de Derecho". Naturalmente, siempre que el Derecho coincida con mis intereses y encima me permita un doble objetivo: ganarme el apoyo del PNV y, encima, quedar con un duro ante ETA.

Las víctimas no se lo han creído, naturalmente, y hablan de farsa. Pero eso, ¿a quién le importa? El voto de las víctimas de ETA están ahora repartidas entre el Partido Popular y el Unión Progreso y Democracia (UPyD).

Empecemos por el final: el vicepresidente del Gobierno ha jugado el paripé de ETA hasta el final, porque sabe que su única baza para vencer al PP en 2012 consiste en el social-nacionalismo. Es decir, en la alianza del PSOE con CIU, PNV y CC. Sería la primera vez que la lista más votada en unas Generales no formaría gobierno -hablo del Gobierno de España, no de CCAA o ayuntamientos- pero esto es lo que intenta. Para ello, aseguran los valedores de Rasputín, sería  preciso crear una "alianza de progreso" previa a los comicios, con un compromiso de alianza futura. Un Gobierno de concentración nacional para  salir de la crisis. Ojo, habría que plantearlo antes de la campaña o en la misma campaña electoral, para no poner en un brete al Rey, que, en su calidad de jefe del Estado, lleva 35 años llamando a formar gobierno al cabeza de la lista más votada, que en, las próximas elecciones (Dios nos pille confesados), se presume será Mariano Rajoy.







 







Naturalmente, algo habrá que darles a cambio a los presuntos socios nacionalistas de un presunto gobierno de concentración liderado por Rubalcaba -si les das la espalda, te la clava-, lo que redundará más en la España rota -roja no, pero sí progre, y si no rota algo descosida-. En definitiva, Rubalcaba busca el socialnacionalismo, la alianza entre el PSOE y las fuerzas nacionalistas más o menos centrífugas. Es la única forma de superar en las encuestas que le dan como perdedor frente y en el escaso tiempo que le ha facilitado para ello el resentido Zapatero. Y para eso, necesitaba que Bildu pudiera acudir a las elecciones del 22-M, naturalmente, con las bendiciones legales.

Ahora mismo, ZP, que ya intentara el socialnacionalismo y le saliera mal, sólo vive para algo:







vengarse del felipista Rubalcaba, quien le ha obligado a desistir de su empeño de ser candidato en los próximos comicios.  Por ello, con tal de lograr ese Gobierno de concentración,  social-nacionalista está dispuesto a ceder a CIU, PNV o CC, lo que le pidan. El caso Bildu constituye la primera cesión ante el PNV y su falsedad consiste en que  Rasputín ha aparecido como el duro ante ETA, cuando lo cierto es que ha buscado y conseguido el fallo positivo del Tribunal Constitucional, controlado por el PSOE. Y lo ha forzado a última hora, en el tiempo de descuento. De hecho, su correligionario Patxi López, que gobierna Euskadi con el apoyo del Partido Popular, se ha convertido en su peor enemigo interno -sin contar a ZP, claro está- porque sabe que la siguiente reclamación del PNV al Gobierno será recuperar la Presidencia del Ejecutivo de Vitoria.







Llama la atención, claro está, el compromiso histérico entre unos  nacionalistas de raíz democristiana y un socialismo ultraprogre, obsesionado con aplastar cualquier valor cristiano o, simplemente, cualquier principio de derecho natural.







Pero, cuando se trata de valores no negociables, la democracia cristiana nacionalista es primero nacionalista y luego democristiana y ha demostrado poseer unas  tragaderas inconmensurables... igual que el PP, dicho sea de paso.







Eulogio López







eulogio@hispanidad.com