Ha perdido el primer round tras intentar que Zapatero dimitiera y le dejara como presidente

 

La pregunta sobre la sucesión de Zapatero aparece en todas las ruedas de prensa del Consejo de Ministros sin que el vicepresidente se haya dignado a contestar. Suele recurrir al guión para afirmar que no habla de partidos políticos ni particularmente del PSOE. En esta ocasión volvió a hacerlo cuando Hispanidad preguntó si la cumbre hispano-alemana había cambiado en algo el debate sucesorio: "Esa pregunta no había caído hoy. Pues ya sabe lo que le digo: ni es el momento ni el lugar".
Lo cierto es que Rubalcaba lleva insistiendo al presidente del Gobierno para que dimita de su cargo y deje al vicepresidente al mando del país. De esta manera, el número dos del Gobierno tendría más de un año para dirigir la política nacional a su gusto y llegar a 2012 como un candidato digno de ser refrendado por las urnas después de un final de legislatura que haga olvidar ocho años nefastos.
Hasta el momento, Zapatero está muy encariñado con el sillón presidencial. Argumenta, por supuesto, que se trata de una cuestión de responsabilidad, pero no da su brazo a torcer por más que la vieja guardia del partido se lo haya pedido insistentemente. Más aún después del mitin-homenaje de Zaragoza, en el que los barones regionales reivindicaron la permanencia de su secretario general.
Esta semana Angela Merkel visitaba España y daba su apoyo a las medidas del Gobierno. Merkel sabe que no son suficientes, pero sus palabras sí bastaron para reforzar la deteriorada imagen de Zapatero. Además, el miércoles el presidente del BBVA, Francisco González, afirmó ver las luces al final del túnel, esas que el Gobierno veía hace más de un año y de las que nadie se hábía hecho eco. Las palabras de FG tuvieron aún mayor efecto después de que Emilio Botín, presidente del Banco Santander, apoyara las medidas del Ejecutivo: todo correcto en tiempo y en forma. Ni un sólo pero, simplemente había que continuar el camino iniciado.
Ante este panorama, Alfredo Pérez Rubalcaba se ha quemado en el intento de suceder a Zapatero. El vicepresidente se presentará en desventaja si este capítulo se vuelve a repetir. Los zapateristas aprovécharán esta circunstancia para cuando el nuevo asalto a la Secretaría General se produzca. Claro ejemplo es el vicesecretario general del PSOE, que prefirió no manifestarse sobre la idoneidad de "Alfredo" como candidato a la sucesión de Zapatero. Está claro que Pepiño esperará el momento para anunciar a quién da su apoyo y probablemente su candidato se llame Pepiño.
Mariano Tomás
mariano@hispanidad.com