• Brufau viaja a Buenos Aires pero no aceptará ni expropiación, ni intervención, ni nacionalización. 
  • El ministro De Vido, cada vez más locuaz, cada más amortizado.
  • La comunidad internacional amenaza a Argentina pero la Cámpora sencillamente ha enloquecido.
  • Ni tan siquiera quiere un sustituto para Repsol: lo que quiere es saquear YPF.

El presidente de Repsol, Antonio Brufau (en la imagen), llega a Buenos Aires en el peor momento de las relacione hispano-argentinas. La Cámpora, el grupo de jóvenes ultras que, dirigidos por Máximo Kirchner, hijo de la presidenta, controla el país, con su madre, Cristina Fernández, recluida en su nacionalismo enloquecido, ha roto relaciones tanto con la empresa como con el Gobierno español.

Esta semana, por fin, debe llegar la decisión del Casa Rosada sobre YPF. Puede haber nacionalización. (En este caso habría que pagar un justiprecio), intervención de la empresa (absolutamente ilegal) y expropiación de la compañía Repsol, algo que en lenguaje jurídico y en lenguaje de la calle recibe un mismo nombre: robo.



Pero la Cámpora ha logrado quitar de en medio hasta al todopoderoso ministro de Planificación, Julio de Vido, que aún mantiene el papel de interlocutor con la prensa argentina y con las empresas extranjeras, que lógicamente desprecia al grupo de intelectualmente famélicos que constituye la Cámpora y, en particular, al hijo de la presidenta, presidente en la sombra Máximo Kirchner (en la imagen).

La Cámpora ni tan siquiera pretende controlar YPF, lo que pretende es saquearla. La comunidad internacional lo sabe y las denuncias contra el gobierno de Buenos Aires llueven a la Organización Mundial del Comercio, mientras el norteamericano Barack Obama les retira los privilegios para exportar a Estados Unidos.

Al final, caben tres opciones: nacionalización, lo que exigirá pagar un justiprecio; intervención de YPF, acto ilegal en cualquier lugar del mundo y expropiación, lo que en todos los lenguajes se conoce como robo.

Y el problema no es encontrar un sustituto, el problema es que alguien quiera ser sustituto en un país donde la ley es el capricho de la Cámpora.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com