Sr. Director:
¿Qué es necesario para que los jóvenes aprendan a vivir el pudor Como sabemos bien, el buen ejemplo es siempre un elemento esencial en la labor educativa.

Si los padres –y otras personas mayores que pueden vivir en el hogar, como los abuelos– saben tratarse con modestia, los hijos comprenden que esas manifestaciones de delicadeza y pudor expresan la dignidad de los diversos componentes de la familia. No se trata de envolver el amor en una máscara de frialdad, sino de mostrar a los hijos la necesidad de la elegancia en el trato, que es ajena a la afectación.

No acaban aquí, sin embargo, las manifestaciones de un sano pudor. La confianza que se da en una familia es compatible con saber estar en casa de un modo coherente con la propia dignidad.

Una relajación en las posturas o en el vestir, como usar mucho la bata o cambiarse de ropa delante de los hijos, acaba rebajando el tono humano de un hogar e invita a la dejadez.

Especial atención debe tenerse en las temporadas calurosas, pues el clima, las telas más ligeras, y quizás el hecho de estar de vacaciones, abren la puerta al descuido. Ciertamente, cada momento y lugar requiere vestir de un modo adecuado, pero siempre se puede mantener el decoro. Puede que este modo de proceder, a veces, contraste con el clima general, pero por eso es menester que sea tal vuestra formación, que llevéis, con naturalidad, vuestro propio ambiente, para dar "vuestro tono" a la sociedad con la que conviváis.

Si el pudor se relaciona, sobre todo, con la manifestación de la intimidad, es lógico que su educación deba abarcar el campo de los pensamientos, sentimientos o intenciones. Por eso, el ejemplo en el hogar se debe extender al modo en que se trata la intimidad propia y la de los demás.

Por ejemplo, es poco educativo que las conversaciones familiares traten de confidencias ajenas, o alimenten cotilleos.

Junto a las posibles faltas de justicia que puede suponer comportarse así, este tipo de comentarios lleva a que los hijos se consideren con derecho a entrometerse en la intimidad de otros.

Jesús Martínez Madrid