Además, las leyes del país no permiten ninguna cruz ni, por supuesto, ninguna iglesia

El país árabe considera que los extranjeros pueden contaminar, y por eso no pueden permanecer en él más de dos años, aunque trabajen para una multinacional y tengan un buen puesto.

La norma supone un verdadero quebranto para las empresas que tienen sede en el país, sobre todo las que pretenden formar equipos de trabajo estables que saquen adelante su negocio en la zona.

Por supuesto, las leyes vigentes en Arabia Saudí no permiten los símbolos religiosos distintos de los musulmanes. Así, están terminantemente prohibidas las cruces y, por supuesto, las iglesias. Es más, ser poseedor de una Biblia es causa suficiente para ser torturado e, incluso, condenado a muerte.

Eso sí, cuando ellos salen fuera, exigen que se les respete, tanto sus costumbres como la práctica de su religión.

Andrés Velázquez

andres@hispanidad.com