Los 'indignados' toman a Islandia como modelo

Es el único país que dejó quebrar sus bancos y su deuda… y derribó a su Gobierno. Lo más relevante del resultado electoral del domingo será conocer cuánto sube el voto en blanco. Hay que acabar con el político profesional: limitación de mandatos y salario mínimo.



Empecemos por el final. Aunque el tópico diga lo contrario, lo cierto es que las reivindicaciones de los indignados tienen más que ver con los planteamientos de la derecha que del socialismo. Y también con las propuestas de la doctrina social de la Iglesia.

Pero no todo es lo que parece. El vicepresidente del Gobierno español, Alfredo Pérez Rubalcaba continúa con su proceso de manipulación electoral, por la sencilla razón de que Rasputín es incapaz de no renunciar a manipular los hechos en beneficio propio y de su partido: forma parte de su condición genética.

La pasada noche del viernes, en calidad de ministro del Interior y hombre fuerte del Gobierno, incumplió la orden de la Junta Electoral Central de disolver la concentración de la Puerta del Sol en Madrid al igual que el resto de convocatorias del Movimiento 15-M que se celebran en otras ciudades españolas. La policía tiene orden de no actuar salvo que se produzcan incidentes. Vamos que sólo faltaba que se desatara la violencia y no actuaran. En cualquier caso, en ciudades como Valencia ya se han dado ocupaciones de entidades bancarias, es decir, propiedad privada, sin que la policía haya movido un dedo.

A estas horas, por tanto, Rubalcaba ya debería haber dimitido o incluso haber sido procesado por ello. Algo que no va a ocurrir, no se apuren.

Y es que Rubalcaba no piensa en el bien del país sino en acceder a la Presidencia del Gobierno. Así, está calcando su operación de intoxicación del 12 y el 13 de marzo de 2004, tras el cruel atentado de Madrid. No es lo mismo el movimiento 15-M con el salvaje acto terrorista del 11-M, por supuesto, pero la reacción de los socialistas es la misma: aprovechar una tragedia, o una revuelta social, para manipular unas elecciones que saben perdidas, al menos según las encuestas. En definitiva, el PSOE, con una caradura increíble, está intentando ganarse, no el voto de los cabreados de Sol, sino el de los desesperados de toda España. Ahora bien, están desesperados, en buena parte, por la desastrosa política económica del Gobierno Zapatero-Rubalcaba, que ha convertido a España en el adalid del desempleo en todo Occidente. Es decir, el principal causante del problema, corre ahora en socorro de los damnificados, el pirómano tiende la mano a las víctimas del incendio que provocó.

¿Y es malo que la concentración continúe? Para el voto socialista en estas elecciones no, o, al menos, eso cree Rubalcaba. Es su oportunidad para salvar la cuota de poder salvable, su nuevo plan, tras poner en marcha el del gobierno de concentración o alianza social-nacionalista.

Ahora bien, sí puede resultar positivo para España que el movimiento 15-M, a, pesar de que se está desvirtuando y corre serio peligro de ser secuestrado por Zapatero y por los antifascistas majaderos, los okupas sinvergüenzas y feministas (vean las pancartas) canallescas. Distintos tipos de ganado que Rubalcaba quiere llevar a su alforja en las elecciones de mañana. Se supone que el 15-M nació con una lógica inclinación al voto en blanco, como reacción, no contra un partido, sino contra toda una clase política pero parece que el secuestro del movimiento y su apoyo desde el Gobierno Zapatero puede llevar el voto al redil de Ferraz.

Buena prueba de ese apoyo es la labor de la televisión pública, más a las órdenes de Rubalcaba que nunca, en cuyos telediarios no se habla de concentraciones ilegales sino de reuniones "contrarias a la legalidad". Ya saben ustedes que no es lo mismo estar en la cárcel que ingresar en prisión.

Los manifestantes de la Puerta del Sol, que están extendiendo el movimiento a Europa y América, tienen dos ideas: democracia real y terminar con la economía financista, que ellos cifran en los bancos aunque deberían concretarlo en los mercados financieros y en quienes han creado una economía de desempleados donde, encima, todos los contribuyentes pagamos las pérdidas de los rentistas, es decir, de los acomodados. Y, sobre todo, deberían centrarlo en los verdaderos culpables de la crisis actual, mucho más que los intermediarios financieros: los políticos emisores de deuda pública como medio para mantenerse en el poder el mayor tiempo posible.

Los cabreados lo explican mal, ciertamente, pero este objetivo es tan loable que cualquier conocedor de los mercados financieros, los que han provocado la crisis económica, medianamente ecuánime, lo explicaría mejor pero llegaría a la misma conclusión que el Movimiento. 

Meter en cintura a los mercados financieros representa un formidable y loable objetivo, prioritario para salir de la crisis y del modelo económico actual, amén de un ideal latente, que ha provocado el despertar de un pueblo habitualmente aborregado como el español. Y gracias a Internet el estallido ha captado en la sociedad.

No es baladí que los cabreados hayan tomado como modelo a Islandia, el único país que decidió hacer lo que debía hacer: dejar quebrar a los bancos quebrados y la propia deuda soberana islandesa (en aquel país ambas realidades eran dos caras de la misma moneda) y, de paso, derribar al Gobierno que lo provocó.

Ante tan luminosa protesta, que Hispanidad lleva predicando desde que comenzará la crisis, hace casi cuatro años hay que aclarar las reacciones de PSOE y PP, de la izquierda y la derecha:  

Es cierto que los socialistas siempre tratan de deslegitimar las elecciones cuando las pierden pero no lo es menos que la derecha está perdiendo una oportunidad excelente para demostrarle a los desempleados, sobre todo a los jóvenes, que está con ellos y no sólo con los poderosos y los ricos. Y lo curioso es que podría hacerlo, porque las nuevas generaciones están empezando a descubrir que el socialismo sólo crea paro y, además, desigualdad y corrupción política. Los jóvenes están descubriendo que la propiedad privada –especialmente la pequeña propiedad privada convenientemente distribuida- no sólo es garantía  de empleo, sino de libertad. Están descubriendo que lo que desean es un  salario, no un subsidio, y también que desean tener su propia máquina de facturar. Por eso critican la propiedad fiduciaria de los mercados financieros y las subvenciones públicas vendidas como solidarias prestaciones sociales. Los jóvenes están descubriendo la propiedad privada pequeña, que es, miren por dónde, la doctrina social de la Iglesia y del liberalismo de rostro humano, que no del socialismo. Pero los líderes del PP no se han enterado porque no quieren cambiar la sociedad, sólo el Gobierno.  

En resumen, la derecha pagana, es decir, el PP, así como sus voceros mediáticos, se han situado frente al movimiento 15-M y sus voceros hablan de rebelión chabolista. Y es que a esta derecha lo único que le preocupa es que caiga el PSOE pero no para mejorar el país sino para acceder al poder. Están perdiendo su oportunidad de oro por pensar en ellos y no en el bien común de los españoles.

El Movimiento 15-M ha sido secuestrado en 48 horas pero su noble idea originaria, terminar con la dictadura de los mercados, ha encontrado seguimiento internacional: la crónica de la Agencia Europa Press demuestra que se está creando escuela desde el kilómetro cero español. Por ahora, la fuerza es centrípeta: las manifestaciones son de solidaridad con España ante embajadas y consulados de nuestro país en Europa y América pero puede ser cuestión de horas que gentes de otros países hagan suyos el mensaje que llega desde el corazón de Madrid. O mejor, desde Internet.

Vamos ahora con el otro objetivo del 15-M, el de "democracia real". El problema de la democracia española, y me temo que de todo Occidente, es que ha creado una política profesional ajena a cualquier planteamiento de bien común.

En este punto creo que las muy diletantes propuestas del movimiento 15-M podrían reducirse a esto: limitación de mandatos. Dicho de otra forma, acabar con la política como profesión. Cuatro años, ocho a los sumo, de lapso máximo para presidentes, ministros, consejeros, concejales, etc. Eso y algo tan sencillo como ofrecer el salario mínimo a todo político – salvo a los muy altos cargos- para que los hombres públicos se ganan el sustento en la actividad política –pública o privada-.

Y no se crean las mentiras de que necesitamos políticos preparados y con experiencia (experiencia de político, claro, como Zapatero, que nunca ha trabajado en el mercado).

Un político no necesita ser sabio, que para eso están sus asesores. Lo que necesita es tener claro cómo va a servir al público y ser coherente con su ideario. Las cifras se las hacen sus asesores.

Con lo que tenemos que acabar es con el político profesional. Para ello, reducción de tiempos de mandato, improrrogable, y salario mínimo.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com