El director Matteo Garrone, quien  hace  cuatro años denunció los métodos empleados por la mafia italiana en su película Gomorra, profundiza ahora en un tema menos violento pero preocupante: la  telebasura imperante.

Garrone denuncia la telebasura a través de uno de sus principales bastiones: el programa Gran Hermano. En ese contexto, el protagonista del Reality es Luciano, un pescadero napolitano con dotes de showman, cuyos amigos y parientes le convencen para que se presente a las pruebas de ese famoso concurso. Pero la lucha de Luciano para entrar en la casa de Gran Hermano también cambiará su percepción de la realidad…

A través de esta convencional historia, Garrone acusa a la televisión actual de lanzar mensajes equívocos que plantean que cualquier persona puede hacerse rica y famosa sin esfuerzo, siempre que carezca de escrúpulos y haga dejación de su intimidad. La película cuenta con un arranque atrayente, que bebe en las fuentes del neorrealismo, pero pronto se enroca y se convierte en un repetitivo ejercicio sobre los peligros que conllevan las obsesiones, lo que desmerece el acierto inicial.

Eso sí, este drama tiene una anécdota tan interesante como su argumento: el actor principal, Aniello Arena, es un napolitano que cumple cadena perpetua, desde hace veinte años, en la cárcel de Volterra, cerca de Pisa, y que trabaja como actor en la compañía de la prisión. Descubierto por Garrone, Arena obtuvo el permiso de su alcaide para acudir cada mañana al rodaje, donde interpretó su papel siempre bajo vigilancia policial.

Para: Los que opinen que algunos programas más que telebasura son  "telemierda"