El viejo orden con los puños sobre el estrado, el nuevo orden con los pies sobre la mesa". Así resumían los británicos el cambio acaecido durante los últimos años de la Reina Victoria en el Trono.

Algo parecido a lo que sucede ahora con Mariano Rajoy. Europa, don Mercado Financiero y muchos españoles -sobre todo quienes aspiran a un cargo- instan a Rajoy a que aclare quién va a formar parte de su Ejecutivo, especialmente en Economía, y qué política va a seguir. Lo segundo es más importante que lo primero pero lo primero tiene mucho más morbo.

Y ahí va Rajoy, que entre sus virtudes se cuenta la de ser gallego, y se planta. Quizás hace bien, aunque se supone que venía con un programa y unas ideas para aplicar y con sentido de urgencia.

¡Ah!, déjenme avanzar una corazonada. Si Rajoy reta al mundo con tan parsimonia para mí no es porque no quiera enseñar sus cartas sino porque todavía está comprando la baraja. No tiene los nombres porque no tiene el organigrama donde se insertarán. No sabe si hacer un macro ministerio de Economía y Exteriores o un gobierno de bonzos que lancen los recortes y luego sean inmolados en plaza pública, al modo en el que su paisano Francisco Franco cesaba a sus ministros para mantenerse él.

Y no tiene organigrama porque sospecha que la situación es mucho peor que lo que se teme, que ya es decir. Pero sólo es una sospecha.

Eulogio López

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