Sr. Director:
En la Comisión Constitucional del Congreso se debatió y rechazó una proposición no de ley para revisar "los beneficios fiscales" de la Iglesia y promover su "completa autofinanciación".

Sólo el popular Eugenio Nasarre dijo claramente que no es cierto que haya trato fiscal de privilegio para la Iglesia: el sistema es el mismo que se aplica a otras organizaciones sin ánimo de lucro, precisamente para facilitar su contribución a la sociedad.

Tampoco es cierto que se destine una asignación presupuestaria a la Iglesia. Quien lo desea dedica parte de su Declaración de la Renta a ese fin. La aportación es voluntaria, a diferencia de lo que sucede con partidos o sindicatos. Y a la hora de la verdad, cuando alguien está en apuros, no acude a esas organizaciones sino a la Iglesia, donde todos encuentran siempre acogida y la ayuda que es posible dar.

La Iglesia hace eso por amor a Jesucristo y a los hombres, no por el aplauso de los partidos. Pienso que a esos partidos, al menos a los que se autodefinen como progresistas, habría que exigirles un respeto a las leyes, a ciertas instituciones y al derecho de los ciudadanos a la libertad religiosa.

Jesús Domingo Martínez