Una cosa es que el Gobierno chipriota, presidido por Nicos Anastasiades (en la imagen),  se haya endeudado y otra que haya que robarles su dinero a los chipriotas mediante un impuesto confiscatorio sobre los depósitos bancarios.

Una cosa es que la mafia rusa esté utilizando a los bancos rusos como su caja de caudales y otra cosa es que se utilice una tasa, es decir, un gravamen en el que pagan justos por pecadores. El mafioso ruso y el fontanero chipriota.

Insisto: los depósitos bancarios no se tocan. Y tocarlo es un corralito, esto es, un robo. Los impuestos, antes que nada, deben ser justos. Después, sólo después, deben ser útiles.

Lo de Chipre no es una cuestión de fuero, sino de huevo. En este caso es una cuestión moral.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com