Sensibles como son el socialista y vicepresidente de la Comisión Europea, Joaquín Almunia, y el popular presidente del Gobierno español Mariano Rajoy, han coincidido en que hay que salvar a los suscriptores de participaciones preferentes.

Resulta que todos ellos, decenas de miles, fueron pérfidamente estafados por los directivos de sus correspondientes sucursales y ahora se encuentran perdidos. La estafa ha sido elevada a verdad oficial y entonces PSOE y PP se han apresurado a tranquilizarles: nosotros os ayudaremos.

Pues mire usted, yo pienso que no. Pienso que salvo cuando los jueces decidan, el señor que invirtió en preferentes lo hizo por dos motivos:

1. Ya tenía cubiertas sus necesidades primarias y la de los suyos. Le sobraba dinero a fin de mes y optó por invertir.

2. Las preferentes le daban una rentabilidad mayor que la de cualquier cuenta corriente o depósito.

El suscriptor de preferentes no era un depositante sino un inversor, inversor financiero, es decir, especulador. Por tanto, si ahora ha perdido, con todo respeto, que se fastidie. Porque, además, oiga, ¿es que todos fueron engañados?

Insisto, en el siglo XXI sólo hay dos tipos de política económica: las que benefician a los productores -empresarios o trabajadores- y las que se preocupan de los rentistas.

Eulogio López

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