Ocurrió durante la mañana del viernes 12 en una eucaristía de una iglesia madrileña. El oficiante desgrana la oración de los fieles, posteriores a la lectura del Evangelio, generalmente dedicada a pedir por el Papa, los sacerdotes y las obras de la Iglesia. Y entonces es cuando pego un brinco. Petición rápida y firme:

-Por los Astilleros Españoles.

Y toda la asamblea responde, como un solo hombre:

-Te rogamos, óyenos.

¡Joé!, qué pulso informativo el de algunos curas.

Debo suponer que el mosén pedía, no la reconversión de las navieras sino que Bruselas le perdone a los astilleros la devolución de las subvenciones recibidas.

Y es que los medios informativos habían sacado a un tenaz Almunia exigiendo que los inversores en astilleros devuelvan esas subvenciones. Pero si los inversores se retiran del negocio, caerá el empleo.

Ahora bien, ¿debemos rezar por el mantenimiento de las subvenciones y desgravaciones públicas Hombre, en el caso que nos ocupa no vendría nada mal, porque, en efecto, peligran muchos puestos de trabajo. Europa, no seas rígida y haz la vista gorda. Además, los astilleros van mal porque coreanos y asiáticos se han convertido en casi monopolizadores de la gran construcción naval y han perjudicado a los astilleros europeos y americanos por lo de siempre. Han venido pagando durante medio siglo salarios de miseria y con ese dumping social han montado un monopolio mundial, obligando a los europeos a subvencionar a sus astilleros para no quebrar.

Pero una cosa es el huevo y otra el fuero. En principio, toda subvención pública es mala. No porque 'distorsione el mercado' sino por una cuestión mucho más grave: lo que distorsiona es la igualdad de oportunidades. Y eso sí que resulta inmoral. El mejor ejemplo es la agricultura: en África se mueren de hambre porque sus productos alimenticios no pueden competir con unos productos europeos y estadounidenses subvencionados por el Estado. Y entonces siguen condenados al hombre.

Joaquín Almunia es un repartidor de subvenciones y créditos blandos (véase el rescate bancario) pero en este momento su postura es lógica. Otra cosa es que yo apoye que haga la vista gorda en este caso concreto, pero no le discutiré que en todo lo que sea supresión de subvenciones, va por el buen camino.

En cuanto a nuestro mosén que clama al Cielo por los astilleros españoles, debería comprender que toda subvención es injusta, porque hace pagar a todos los ciudadanos las ineficiencias de los directivos y trabajadores de un sector. Insisto: los asiáticos compiten como verdaderos ventajistas y por ello Almunia bien podría ceder. Pero su decisión, al menos en teoría, es la adecuada. Por una razón moral es la más justa. Lo injusto es el rescate bancario, donde todos los ciudadanos subvencionamos a las entidades quebradas.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com