La política económica del Gobierno de Mariano Rajoy recuerda al consejero de la madre del piloto: "Tú, ante todo, hijo mío, vuela bajo y despacio". Es la mejor manera de darse una galleta pero es lo que diría una madre.

Quiero decir, ¿la política económica de los ministros Montoro y De Guindos es la adecuada Sí, lo es, pero se queda tan corta, tan nimia, tan pacata, tan vaporosa... que nunca alcanza sus objetivos y cada vez el Gobierno se queda con menos margen para hacer lo que tiene que hacer. Es lógico: no se puede acudir a pie a apagar un incendio o sólo encontrarás cenizas y nada que apagar.

A ver, chico, la calculadora. Presupuestos Generales del Estado. El gasto público español son, en números redondos, 425.000 millones de euros. Se desglosa de la siguiente forma:

1. Pensiones: 110.000 millones de euros.

2. Sanidad y gasto farmacéutico: otros 110.000 millones

3. Educación: 40.000 millones.

4. Subsidios de desempleo: 40.000 millones.

5. Intereses de la deuda pública: 40.000.

Esta última partida no depende del Gobierno. La tienes que pagar porque lo debemos a los mercados.

Pues bien, si cogemos esas cuatro primeras partidas (y restamos el peso de la deuda del gasto global), concluimos que esos cuatro niveles de gasto suman 300.000 millones de euros. Es decir, que sobre un gasto total (descontado el precitado coste de la precitada deuda también en el denominador) resulta que esas cuatro partidas representan el 78% del gasto. Es decir, que el puñetero déficit, que mantiene atada a la economía española y que provoca un paro del 26%, así como un peso insoportable de la deuda -sin contar el principal- lo provocan esas cuatro partidas. Para el 22% restante entre todo el resto: ministerios, funcionarios, defensa, justicia, policía, etc. en ese porcentaje. Y de postre, ese 78% es lo que nos convierte en esclavos de Europa y de los mercados especulativos de capitales.

Rajoy ha tenido que moderar el gasto en pensiones, pero lo ha hecho como el buen hijo de la madre del piloto: poquito a poquito. Ha reducido el gasto sanitario, sobre todo el farmacéutico, pero gota a gota. Intenta reducir el gasto sanitario con cuentagotas y el seguro de paro, poquito a poquito. Al final, con tanta prudencia, se queda sin margen. Camina en la buena dirección pero sobre una escalera mecánica que camina en dirección opuesta y más deprisa que él. Es decir, que nos vamos a estrellar.

Por eso, el déficit aumenta en cifras absolutas, la deuda lo mismo y el amigo Montoro nos fríe a impuestos sin que por ello logre detener un déficit de fiscalidad desbocado. Y al freírnos a impuestos la sociedad no puede crear empleo porque bastante tiene con sobrevivir. Y me temo que con tanta lentitud se está quedando sin margen de maniobra... tras 18 meses en el Gobierno.

España está en quiebra y a Rajoy no le queda tiempo. ¿Qué es lo que tenía que haber hecho Caminar más deprisa, ser mucho más radical:

1. Pensiones: prohibición absoluta de jubilarse antes de los 65 (con la población tan envejecida que tenemos, mejor subir hasta los 70). Las prejubilaciones son el cáncer de España.

2. Sanidad: reducir prestaciones y elevar el precio de los fármacos, salvo los de estricta necesidad. Sanidad para todos, pero privada, que es mucho más barata.

3. Educación: no se trata de convivir entre la enseñanza pública y la privada sino en hacer toda la educación privada y la privada concertada. Por ejemplo, con el cheque escolar. Pero, sino se atreve a tanto, con la privada concertada, mucho más barata que la pública y de mejor calidad. Al tiempo, primar la excelencia. El que no estudie que trabaje. La reforma Wert no se pasa, se queda corta.

4. Subsidio de paro: Reducción máxima, sobre todo en tiempo de prestación. Contrato único con despido prefijado de 20 días y duración del subsidio nunca superior a seis meses. La reforma laboral Báñez no se pasa, se queda corta. Sólo se queda corta donde no debía quedarse: en la subida del congelado salario mínimo, que es de vergüenza.

Junto a esto, reducción de subvenciones públicas a algo parecido a cero. Reducción del número de organismos públicos y del número de políticos.

Pago por uso. Si ya sé que estos son tasas, que es una forma de impuestos, pero es lo justo. Y eso afecta desde las carreteras de peaje a las subvenciones ecológicas.

Supresión, sobre todo, de las ayudas a la banca. La banca debe ser tratada como una empresa más. La banca caída debe entrar en concurso de acreedores. Se salva a los depositantes y que pierdan los inversores, sean accionistas o titulares de preferentes.

Y si no, pues no saldremos nunca del pozo. Y la situación es tan delicada que hay que salir ahora mismo.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com