Los Presupuestos Generales del Estado (PGE) para 2015, aprobados el jueves por el Congreso, pueden resumirse así: 2,5% de déficit público. Una bajada importante que sólo de logrará si sube la recaudación impositiva, cosa bastante complicada, teniendo en cuenta que estamos en puertas de una reforma fiscal a la baja del IRPF.

Además, un país con una deuda de 100 por 100 del PIB supone que no tiene capacidad de inversión pública. La ministra más frustrada del Ejecutivo, la titular de Fomento; el Ministerio más inversor que hoy no invierte nada. Es decir, doña Ana Pastor.

Además, los Presupuestos coinciden con la entrada en vigor de la reforma fiscal que, en principio debería mermar los ingresos públicos salvo que la economía crezca de forma pujante.

La oposición califica de electoralistas esos presupuestos de Moncloa. Pues mire usted, puede ser, pero lo cierto es ni la balanza de pago, ni el IPC, ni el PIB, ni ninguna otra variable económica tiene influencia electoral. Las dos únicas son aquellas que la gente vive al día: el empleo y el salario que permite llegar a fin de mes. Por eso se va a juzgar la gestión económica del PP. Y hay serias dudas de que se pueda crear empleo al ritmo necesario con esos Presupuestos. No, no son presupuestos electoralistas, aunque hayan bajado el IRPF. Otra cosa es que sean presupuestos justos. No, no lo son, por cuanto se necesita, de entrada, más inversión pública.

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