Sr. Director:
Poco necesita el peperismo pro vida para desempolvar las zambombas y festejar, con cánticos de alabanza, cómo el PP defiende la vida.

 

Efectivamente, le ha faltado tiempo para celebrar con vítores jubilosos el esperanzador anuncio de Gallardón (loado sea) de que, a partir de ahora, las menores deberán aportar el permiso de papá y mamá (¿o sólo el de papá?) para abortar.

¡Acabáramos! Si, además, el ministro es capaz de confesar a toda la audiencia que "lo más progresista que ha hecho nunca en su vida política ha sido defender el derecho a la vida", se comprende el alborozo.

¡Si hasta le sostuvo, firme, impávido, taurino, la mirada a la pétrea Ana Pastor! ¿No ha hecho, por añadidura, el tan esperado anuncio de que reformaría la ley del aborto... para volver a la del 85 (que es, por cierto, lo que viene repitiendo Rajoy hasta la extenuación)?

Que, aun así, sea legal que una menor aborte es, por lo visto, una cuestión menor para el graderío pepero, tan entregado a la causa como para distinguir entre el aborto de los suyos y el de los otros.

Que, aun así, sea legal exterminar seres humanos (¡pero menos que los otros, oiga!) es lo de menos. Lo importante es que haya pocos abortos. A ser posibles, como las compresas: que ni se sientan, ni se noten, ni, por supuesto, traspasen.
Sería muy deseable que los votantes "pro vida" del PP hicieran examen de conciencia todas las noches. Incluso los no católicos.

Pedro José Lorca