Resulta que Pedro Sánchez, candidato a la Secretaría General del PSOE -el guapísimo, según Esperanza Aguirre- acusa a los otros dos candidatos, Eduardo Madina (ambos en la imagen) y el telonero Pérez Tapias, de haber lanzado una campaña contra él, con el malicioso recuerdo de que fue miembro de la Asamblea de Cajamadrid en tiempos de Miguel Blesa.

La Asamblea de una caja no era más que el legislativo de las entidades según la ley de Cajas de ahorros de 1985, de don Felipe González. Madina, el ultraporgre, preguntado por los errores del PSOE, tuvo la desfachatez de poner sobre la mesa el poliédrico asunto de las cajas de ahorros.

Para entendernos, Madina, como buen progre, se apunta a todos los tópicos, y ahora resulta que la gran obra de Felipe González con las cajas de ahorros (1985, a partir de la cual consiguieron superar a los bancos, proteger a la industria española y encima ganar dinero para la OBS) es lo más ignominioso del PSOE. Hombre no, lo más ignominioso del PSOE fue que Zapatero comenzara la desamortización de las cajas de ahorros, que culminó con inigualable estilo Luis de Guindos.

Esto es, que en mi opinión, Madina bien puede haber sido quien filtró a la prensa que Sánchez había estado en Cajamadrid, aunque en un puesto menor, porque los asambleistas estaban ahí para eso, para votar sí al que dijera el consejo y éste a los que dijera el presidente de la caja y de la comunidad autónoma correspondiente.

Además, Madina ha sido, desde su cargo en el País Vasco y en el Congreso de los Diputados, uno de los que colaboró al acoso y derribo contra las cajas de ahorros, con mucha más eficiencia y potestad que la del "consejero general" Pedro Sánchez en Cajamadrid.

Ahora bien, el agredido Sánchez, en el mismo debate, jugó también a la demagogia Podemos, cuando, a la misma pregunta, respondió que lo peor que había hecho su partido era indultar a Alfredo Sáenz por el caso Olabarría Delclaux, un sumario, en mi opinión, extraordinariamente exagerado.

Sánchez es prisionero de su propia demagogia y Madina es un ambicioso que, con tal de lograr el liderazgo socialista y, lo más importante, llegar a la Moncloa, es capaz de apuñalar a su fraternal competidor. Entre pillos anda el juego, que en esta historia no hay buenos.

Eulogio López

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