Sr. Director:
Desde hace meses, el precio de la gasolina no ha cesado de subir, lo que repercute negativamente, directa e indirectamente, en el bolsillo de los ciudadanos.

Tengo entendido que el Gobierno se ha reunido con las principales compañías para atajar el problema y en el último Consejo de Ministros aprobó una serie de medidas que liberalizan el servicio de gasolineras y prohíben a las compañías imponer los precios de distribución.

Es positivo que se fomente la competencia en beneficio del consumidor, pero también hay otros factores, como los impuestos, que el Gobierno debería considerar. Cada vez que lleno el depósito de mi auto considero que al menos el 70% de los 50 a 60 euros que me cuesta son para impuestos.

Tengo la impresión que al Gobierno ya le interesa que los combustibles de origen fósil vayan caros.

Suso do Madrid