¿Citará a Cristo Felipe VI en el discurso del próximo día 19 Voy a insistir nuevamente en la idea de que Juan Carlos I era un católico de nombre -que fuera un mal católico no soy quién para juzgarlo, pertenece a su conciencia- mientras que Felipe VI (en la imagen) no está entusiasmado con el credo en el que fue bautizado.

A ver si así queda más claro: caso aborto. Juan Carlos I firmó -en mi opinión hizo fatal- las dos leyes de infanticidio -1985 y 2010- que han convertido a España en el paraíso mundial para los aborteros. Lo que me preocupa es qué haría Felipe VI en el caso de que un gobierno decidiera abolir el cobarde crimen del aborto, ya saben, el aborto cero: ¿la rubricaría, aunque fuera por imperativo legal

Esa es la diferencia, entre un rey católico y un príncipe panteísta que ahora se convertirá en Rey. Y claro, sin fe no hay esperanza y surge el fatalismo. Fatalismo es lo que puede llevar a Felipe VI a exigir el respaldo del pueblo, hacia su persona, aunque debería caer en la cuenta de que lo que importa no es que los españoles respalden a su persona sino a la institución monárquica, que es distinto.

Lo otro es confundir el modelo de Gobierno con la soberbia personal del "o me aplauden o me marcho".

Además, el nuevo rey debería aprender de los adversarios del régimen dinástico. Por ejemplo, del comunista Cayo Lara, quien llama al referéndum para elegir entre "monarquía y democracia". Es decir, que para sus adversarios, la monarquía es incompatible con la democracia. No sé yo qué pensarán los británicos sobre ello. 

Pero la razón más poderosa para no plantear un referéndum sobre la república no es el 'qué' sino el 'cuándo'. Y es que en tiempos de tribulación no hacer mudanza. España vive en un guerracivilismo al que colaboran con ahínco los políticos. No es el momento para referéndum sobre el modelo de Estado. De hecho, tampoco era el momento para que Juan Carlos I abdicara.  

Y para entender este guerracivilismo los precedentes no nos sirven. El guerracivilismo actual en España no es una guerra de la izquierda frente a la derecha ni de los ricos frente a los pobres: es una guerra de todos contra todos. No como la de 1936, un conflicto proveniente de una república sectaria y homicida y de un golpe militar contra esa república.

No digo que vaya a suceder, pero la información me llega de círculos monárquicos a los que otorgó crédito. Entre otras cosas porque, en tanto progresista, el futuro Felipe VI siente una cierta atracción por el suicidio. Es ese vértigo progre que siempre concluye en las mismas: sólo lo trágico es cierto y que, por tanto, ser sincero consiste en acercarse al abismo.

Insisto en la diferencia entre Juan Carlos I y Felipe VI. Juan Carlos I era un cristiano que podía ser un poco golfo; Felipe VI, fiel a su generación, es un progre que piensa que la verdad está en el puritanismo, porque su progresía le ha llevado a dudar de todo… incluido del progresismo. Como buen puritano, Felipe VI sospecha que la verdad puede no existir pero, sí existe, tiene que resultar ácida.

Esperemos que venza su tentación progre para "legitimarse" ante los ciudadanos. Porque lo otro sería acercar el fuego a un barril de pólvora. De pólvora guerracivilista.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com