"'Estoy esperando un bebé y he descubierto que tiene Síndrome de Down. Estoy asustada: ¿qué tipo de vida tendrá mi hijo'". Estas fueron las palabras de una futura madre y que escribió a la organización italiana CoorDown (Coordinadora Nacional de Asociaciones de Personas con Síndrome de Down).

Dicha organización ha dado a conocer la historia de esta madre que les escribió, con la esperanza de conseguir una palabra de esperanza, ante la llegada de su hijo. En respuesta, la Coordinadora reunió a un grupo de 15 chavales de distintas nacionalidades para producir un vídeo, en el que se demuestra lo normales y felices que son, pese a vivir con este trastorno genético. El resultado ha sido un emotivo video titulado "Dear Future Mom", en el que los niños y adolescentes roban el corazón de los espectadores con sus mensajes de amor, valentía y optimismo. 

Sin embargo, el antojo de prevenir que nazcan chiquillos con invalidez genética está llevando a un progresivo empleo del dictamen prenatal que, en caso de ser desfavorable, terminará en un aborto. Una muestra de ello es el testimonio que ha divulgado "The Guardian" que ha dado a conocer los resultados de una investigación científica de la Universidad de Cambridge, en la que se examinaron las conductas de 235 chavales desde su embarazo hasta los 8 años.

Algunos perciben estos datos como un apoyo a la independencia de la joven embarazada. Otros se preguntan si no estaremos utilizando el dictamen prenatal como parte de una maniobra de pesquisa y devastación de los imposibilitados físicos o mentales. ¿Qué valores son los que están en juego en el análisis genético anterior al nacimiento: el respeto a la existencia humana, tanto particular como colectiva, el respeto a los mortales incapacitados.

Por hiriente que resulte la pregunta, nos debemos interpelar: ¿Nos hemos empujado a una tarea de rastreo y aniquilación que busca la extinción de algunos grupos de mortales, como los aquejados con el síndrome Down o los que sufren dolencias cerebrales o físicas Por otra parte, es conocido que nace una criatura con el síndrome Down por cada 800 partos, entre mujeres de 30 a 34 años. Lo monstruoso es que ya no nacen críos con el síndrome de Down, porque son destrozados cuando aún están recluidos en el claustro materno.

Clemente Ferrer
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