Regresamos al fantástico y colorista mundo de Oz pero no de la mano de la pequeña Dorothy sino de un mago ambicioso, cobarde y mujeriego que, también debido a un tornado, aterriza en ese país de cuento. Allí Oz, que así se llama este embaucador,  tendrá que descubrir la verdadera naturaleza de tres brujas que quieren hacerse con el control de la Ciudad Esmeralda. Pero lo que desconoce este mago de pacotilla es que sus trucos pueden servir para cambiar la situación…

Presecuela en acontecimientos de la clásica y encantadora  película de Víctor Fleming (de 1939), Oz, un mundo de fantasía es un bonito cuento de desarrollo muy vistoso debido a unos magníficos efectos visuales y a un excepcional 3D, aunque su parte más sobresaliente es su arranque en el que, imitando al clásico El mago de Oz, muestra el mundo real en blanco y negro frente a la paleta colorista del país fantástico de Oz.

La película, en su sencillez argumental, plantea  una elección vital: o grandeza (entendida por fama) o bondad, incorporando una animación de primera categoría gracias a personajes como la muñeca de porcelana que representa la inocencia. El director  de esta cinta de atractiva factura visual es Sam Raimi (responsable de la trilogía de Spiderman).

Eso sí, lo único que no es apropiado en esta película es el uso reiterativo, y mal utilizado, de las palabras fe y profecía, términos algo elevados para el público natural de esta película: el infantil.

Para: Adultos y niños mayores de 7 años que les gusten las películas fantásticas