El antepenúltimo escándalo de indemnizaciones millonarias de directivos de cajas de ahorros, el de Unnim, y el penúltimo (directivos de la vendida CAM) no aportan mucho a la imagen de unas entidades de ahorro que fueron lo mejor del sistema bancario español e importante elemento en la vertebración social del país, mismamente hasta que al señor Zapatero le dio por cargárselas. A lo mejor era que no el gustaba su origen católico y, más que católico, eclesial.

Habrá que reinventarlas.

Las cajas de ahorros, soporte de la industria estratégica española, creadores de una nueva forma de hacer, de naturaleza mutual, eran un tesoro dilapidado por la obsesión progre-capitalista de que todo sea sociedad anónima, así como por la voracidad de los intermediarios financieros, que apenas podían especular con unas necesidades que no tenían acciones.
Pero ZP y los mercados no han sido los únicos, Añaden estos tres colectivos:

1.Los políticos territoriales -del PP, del PSOE, de CIU, del PNV, de Amaiur... todos- que asaltaron los cargos de las cajas de ahorros para llenarse los bolsillos de dinero y la cabeza de poder.

2.Los banqueros, a los que la competencia de las cajas de ahorros, generalmente decantada favor de éstas, superaba su capacidad para el juego limpio.

3.Los directivos de cajas de ahorros que, aprovechando que no tenían dueño (sí que lo tenían, sus clientes), se dedicaron a cobrar como banqueros, es decir, a expoliar las entidades. Toda la reforma bancaria ha tenido como aliados a los reformados: estaban deseando convertirse en bancos para poder duplicar sus retribuciones.

Las cajas se han convertido en la desamortización del siglo XXI. No sólo hemos perdido dinero con ellas sino que, además, antes o después tendremos que inventarlas. O eso, o la nacionalización de la banca. Al tiempo.

Eulogio López
eulogio@hispanidad.com