Si no fuera por el pequeño detalle de que la crisis financiera está arrojando a la pobreza a millones de personas, el espectáculo resultaría cómico.

A ver, el teletipo:

Los bancos alemanes aceptan librarse de su deuda griega a un 50% de su valor. Son tan buenos que después de haberse forrado ahora aceptan condonar. ¿Por qué han invertido tanto dinero de sus clientes en un bono como el griego, en crisis permanente? Pues porque las nuevas normas internacionales de contabilidad, así como Basilea les cuasi-fuerza a invertir en deuda pública y ya puestos deciden extorsionar a los griegos, obligados a emitir a rentabilidades elevadas antes de fenecer.

Y aquí viene lo bueno. Llevamos cuatro años de crisis de la economía financista. Primero fueron los bancos, luego los países. Los políticos se han negado siempre a la solución lógica: dejar quebrar a los países quebrados y dejar quebrar a los bancos quebrados. Pero como toda Europa no logra solucionar el primero de los casos -el griego-, los alemanes se han visto obligados a reconocer una quita -es decir, una quiebra parcial- los bancos alemanes aceptan condonar el 50% de su deuda griega. No es que lo acepten, es que no tienen otro remedio.

Dejando a un lado que, antes de eso, los bancos alemanes le están colocando todos su basura griega al Banco Central Europeo (BCE), el esquema de la crisis del euro queda así: aceptamos que quiebre Grecia, no por convencimiento ni por sentido de la justicia, sino porque no nos queda otra. Al mismo tiempo, para evitar que la quiebra pase de países a bancos, exigimos a los bancos que se capitalicen… para poder cubrir sus pérdidas en una deuda pública quebrada. De locos.

Ahora bien, ¿cómo van a capitalizarse los bancos si tienen que asumir parte de la quiebra de las deudas soberanas? Sí, la respuesta es esa que están ustedes pensando: todos tendremos que apoquinar dinero para salvar a países y a bancos, que en economía financista son una misma cosa.

Es el círculo vicioso de la economía financista: todos trabajando para los especuladores, los públicos que emiten deuda y los privados que la compran. En lugar de dejar caer a unos y otros y obligarse a reducir las emisiones de deuda lo que hacemos es salvar a Grecia con cargo a los bancos y luego salvar a los bancos… con dinero público.

Quizás la actual tragedia constituya la única forma de acabar con la burbuja financiera, es decir, con la crisis. Que quiebre la deuda y que quiebren los bancos. Es el momento.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com