Un anónimo, pero buen comunicador, critica mi artículo del lunes sobre Lehman Brothers. Asegura que no han sido los mercados, sino el sector público, quien ha provocado la crisis con su afán de expansión ilimitada.

Estoy de acuerdo. Los causantes de la crisis han sido la especulación de los mercados financieros y el desmesurado tamaño del Estado, en tanto que principal succionador del dinero de los particulares, tanto en forma de impuestos como de deuda pública.

Es cierto. Con todo, habrá que recordar la frase del Rey del distributismo, G.K. Chesterton, cuando recordaba que el sector público no es malo porque ser público -como piensan tantos que se dicen liberales- sino que es malo porque es grande, enorme, ingobernable, succionador.

Entonces sí, estoy de acuerdo con la crítica del lector de Hispanidad. Malo es el Estado y malos son los mercados financieros, ambos causantes de la crisis, ambos enormes, ingobernables... e igualmente violentos contra la propiedad privada.

En otras palabras, el Estado del Bienestar, de suyo bueno, pero convertido, por exageración sin límites, en un monstruo ingobernable, es también culpable de la crisis. Tan culpable como los mercados financieros. El Estado debe adelgazar. Nos jugamos, no sólo el bienestar en ello sino nuestra libertad, que es mucho más importante. ¿Más de lo que, por ejemplo, lo está adelgazando Mariano Rajoy Supuesto y no admitido que don Mariano lo haya adelgazado algo, la respuesta seguiría siendo la misma: más, muchísimo más.

Todo ello bajo el lema de que a la gente hay que dejarla valerse por sí misma, que es donde radica su dignidad de personas y lo que es evitar el agravio comparativo y la corrupción política. A eso se le llama liberalismo y también se le llama doctrina social de la Iglesia. Porque además, el liberalismo puede volverse financista, la doctrina social de la Iglesia, nunca.

Pero sigo diciendo lo mismo: el día en que quebró Lehman Brothers fue un fía feliz. No por la quiebra de un banco ni mucho menos por lo que había llevado hasta ella, sino porque con Lehman se aplicó la solución más justa: estaba quebrado y quebró.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com