He publicado un artículo titulado "Los enfermos desahuciados desean vivir" por el que, Emma Margarita R. A.-Valdés, me ha felicitado y, al mismo tiempo, me remite una poesía que es un canto a la vida.

 

Lleva por título "¡Dejadme vivir aún!  Por su emocionante contenido la transcribo literalmente:

"No quiero morir

antes de mi tiempo.

Dejadme en mi lecho

sintiendo latir

este corazón

cansado y enfermo.

Aún tengo, en la mente,

vivos los recuerdos:

valiosos momentos,

amores, deleites 

de tiempos gozados…,

aunque esté en silencio.

Percibo el cariño,

las suaves caricias

temerosas, tímidas,

como último rito.

Me alegran, me animan

a seguir viviendo

mis postreros días.

No siento el dolor

de mi cuerpo enfermo.

Con el alma rezo:

es la aceptación

que me da la fuerza

y me acerca al cielo.

No queráis quitarme

tan pronto de en medio.

Llegará el momento,

no importa que tarde,

a todos espera

el destino eterno.

Quiero disfrutar

las cosas queridas…

La fe reanima,

y a pesar del mal

que mi cuerpo aqueja,

vivo en armonía

Sé que la eutanasia

se dice que es digna,

que el sufrir alivia.

¡Triste coartada!

Para la dolencia

hay hoy medicinas…"

"Confirmo que la eutanasia es una grave violación de Dios en cuanto a la eliminación deliberada y moralmente inaceptable de una persona humana. Semejante práctica conlleva a la malicia propia del suicidio o del homicidio", afirma Juan Pablo II.

No es lícito matar a un ser humano para no verle sufrir o no hacerle sufrir, aunque lo pida. Nadie puede autorizar la muerte de un ser trascendental, aunque sea un enfermo incurable o agonizante.

Algunos creen que la eutanasia es un derecho. Nada más falso de la realidad. Existe el derecho a vivir, pero no a morir ni a matar. La cultura de la muerte es impropia de una sociedad civilizada. En ésta sólo cabe la cultura de la vida.

"Los cuidados paliativos constituyen una forma privilegiada de la caridad desinteresada. Por esta razón deben ser alentados", afirma el Catecismo de la Iglesia Católica.

Por último, puedo afirmar que la eutanasia es una derrota personal de quien la teoriza, la decide y la ejecuta.

Clemente Ferrer