Ben Laden no se buscó su destino, señor Presidente, entre otras cosas porque el destino no existe.Existe la Providencia divina y la libertad humana, que son los tejidos de la historia. Las cosas, se lo puedo asegurar, no ocurren porque sí. Ocurren según el cruce de actuaciones libres de los hombres. Sobre el destino, lo único que puede decirse es la vieja coña catalana: "Es el destino, el que nace lechón muere cochino".

Ben Laden no buscó que le matara un comando norteamericano, otra cosa es que se lo mereciera. Resulta sorprendente que un progresista como usted, tan preocupado por la pena de muerte del presunto culpable y tan despreocupado por la pena de muerte del siempre inocente -el concebido y no nacido- justifique ahora el asesinato selectivo decidido por Barack Obama... simplemente porque lo haya decidido Obama. De esta forma se comporta su excelencia con una moral de situación, es decir, las cosas son buenas si las ejecuto yo o los míos, malas si las ejecutan mis adversarios. Una consecuencia más del relativismo, claro está: si no existe la verdad, si no existe el bien o el mal, algún termómetro tendremos que crear, porque sin la verdad y sin el bien sencillamente no se puede vivir. Y el termómetro que tenemos más cerca es el propio juicio, mejor, los propios intereses. De esta forma, bueno es lo que a mí me convenga que sea bueno. Por ejemplo, la muerte de Ben Laden.

Eso sí, aunque la muerte de Ben Laden sea buena para Occidente, eso no justifica a Obama, sencillamente, porque el fin no justifica los medios... como creo haber dicho antes.

Hay que ser valiente ante el terrorismo sí, y asumir riesgos. Pero eso no significa aplicar el desgraciado aforismo de que "muerto el perro se acabó la rabia". Porque no ha muerto un perro sino un ser humano, aunque sea tan fanático y tan canalla como Ben Laden.

Eulogio López
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