Sr. Director:

Es muy sencillo que, pase lo que pase, aceptar la Cruz, pedir fuerzas y seguir con la Alegría de la Fe esperando la Verdadera vida.

 

De nuevo estas Navidades he escuchado de personas que opinan que la Navidad es una festividad triste. Yo experimento ese sentimiento también desde hace tiempo. Pero he llegado (ya hace algunos años) a la conclusión de que nos obstinamos en que la demostración de Jesús se base en evitarnos males y circunstancias que nos hacen sufrir.

Y creo que lo que Él quiere es que, sean cuales sean nuestras circunstancias, no dudemos en que nos Espera con la compensación a la actitud con la que hayamos sido capaces de afrontar esas circunstancias: con la Esperanza de que su Amor obrará el milagro en el momento oportuno.

Con la seguridad de que la nuestra ha de ser una actitud positiva y de demostrarle que le correspondemos en el Amor, dedicándonos a nuestros enfermos, a los desposeídos de tantas cosas necesarias para que su vida sea digna, de manera que lo hagamos con el convencimiento de que ésas personas, no son, sino el Hijo de Dios vivo, que nos prueba.

Echo de menor a rabiar a mis padres y, como nos suele pasar a tod@s, los tiempos de la niñez. Con menos cosas, con tanta austeridad... Con el ejemplo mejor del Jesús que nos predica, en las enseñanzas de mi padre, Alonso Caparrós ("El Maestro" para tantos garruchar@as) y en aquella "oficiala de la Virgen" (como ella, mi madre, dijo en una poesía), que cosía con gran arte los vestidos de las más exigentes (aquellos que hasta se bordaban) y, como su madre, me transmitieron el sentido de la vida en la lucha por sobrevivirla dignamente y procurando tener prestas las manos y los brazos para ayudar a los demás.

Quiero que ninguna Navidad sea más triste por sus ausencias, sino que estén todos presentes, con naturalidad, en nuestros hogares y en nuestros corazones, en nuestros recuerdos, en nuestras referencias en la palabra sencilla, que la enriquezcan y sigamos transmitiendo lo que nos corresponde de nuestros antepasados a nuestros hijos y nietos, en la seguridad de que la Vida es dónde están ell@s y que sonrientes nos esperan.

¡Feliz navidad!

Isabel Caparrós Martínez