Seguramente ustedes sintieron la misma perplejidad que yo cuando una película sobre beisbol fue nominada en seis categorías como son: mejor película, mejor guión adaptado, mejor actor (Brad Pitt), mejor actor secundario (Jonah Hill), mejor montaje y mejor sonido. Pues bien, esta película deportiva se lo merece porque es tan estupenda,  y emocionante, que atrapa la atención de cualquier espectador, incluso aunque no le guste el deporte.

Basada en hechos reales, Moneyball. Rompiendo las reglas se desarrolla en EEUU a principios del año 2002. Billy Bean (encarnado por Brad Pitt) fue una prometedora estrella del beisbol a quien el fracaso condujo hacia la dirección de equipos. Al comienzo de esa temporada, Billy se encontró ante una situación desesperada, manager de un club modesto, los Oakland Athletics, y compitiendo ante los grandes equipos de beisbol del país, no contaba con el presupuesto necesario para fichar estrellas para ganar el campeonato por lo que optó por cambiar las reglas de los ojeadores haciendo caso a un joven economista especializado en estadísticas y análisis de jugadores…

Los primeros minutos de Moneyball son los más obtusos de la película, en los que vemos a los responsables de ese club de Oakland buscando soluciones a sus problemas pero, cuando Billy conoce a Peter Brand, un joven economista, todo un as con los números, la película gana en velocidad y emoción mostrando la importancia de la creatividad y de las nuevas estrategias para intentar mejorar el rendimiento deportivo. Por cierto, aunque Moneyball se mueve en el mundo del beisbol se trata de una historia extrapolable a otros ámbitos económicos como la lucha del pequeño contra el grande o del idealista frente al interesado.

Que esta película humana por los cuatro costados, con diálogos irrepetibles, llegue a interesar no es casual porque detrás de su guión se encuentra Aaron Sorkin, el escritor cinematográfico que también entusiasmó por el retrato que hizo en La red social del creador de Facebook y que, merecidamente, ha sido nominado al Oscar de mejor guión adaptado por Moneyball (se inspiró en un libro de Michael Lewis de 2004).

Brad Pitt nunca ha realizado una interpretación tan redonda como ésta, por lo que está justificada su nominación como mejor actor, igual sucede con Jonah Hill, que está magnífico como el fiel Sancho de un D. Quijote que se enfrentó a gigantes reales.

Para: Los que les guste el buen cine, independientemente de que les guste el beisbol o no