Ambos nacieron del fundamentalismo islámico y quieren unir la sharia a la libertad, el islamismo a la democracia sin darse cuenta de que no son compatibles.

Pero son los líderes que le gustan al progresismo occidental, empezando por el presidente norteamericano Barack Obama.

Egipto está enredado en un desastre internacional que ni nuestro Pascual Sala hubiera podido superar. Sí, hablo del presidente del Tribunal Constitucional, el jurista que ha convertido en honorable en el Tribunal Supremo y en el Constitucional desde el aborto y el gaymonio a la legalización de los proetarras de Bildu y compañía. Afortunadamente, ahora se retira, y desde Hispanidad proponemos que se otorgue buena pensión  y par de condecoraciones... con tal de que se marche pronto a casa.

Sala es, como Mursi y Erdogan (en la imagen), especialista en casar lo incasable y, como ambos, sólo que desde su matriz occidental practica la cristofobia con gran entusiasmo.

En Egipto, un país marcado por la cristofobia contra los coptos, ha sido el Tribunal Constitucional quien ahora declara ilegal al Parlamento, lo que presagia grandes venturas para todos los egipcios, especialmente para los cristianos. Menos mal que los Hermanos Musulmanes constituían, para la progresía occidental, el islam democrático.

Por su parte, Recep T. Erdogan lleva jugando a combinar el fundamentalismo islámico con la inserción de Turquía en la Unión Europea. Ahora se le rebelan todos los majaderos descontentos, una especie de 15-M, que han decidido creerse las soflamas de libertad de Erdogan para ejercer de libertarios. ¿Qué esperaba No se puede combinar islamismo y anti-judaísmo con democracia y no hay libertad religiosa si no respeta a los cristianos. No se le rebelan los cristianos sino aquellos que pretenden pasar del fundamentalismo al nihilismo, dos extremos más conexos de lo que parece.

Por cierto, tras los dos muertos y las 1.000 detenciones en Turquía, el bueno de Erdogan ha dejado de ser, para la TV española, el "islamista moderado": ahora se ha convertido, simplemente, en islamista. ¡Qué poco dura la alegría en la casa del pobre!

A ver si nos enteramos: la única forma de combinar libertad y orden es la democracia occidental, cuyo primer principio es la libertad religiosa.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com